«La lengua viva de un pueblo está entrañablemente enlazada a su historia, a sus montañas, a sus árboles, a su tierra y a su cielo. Y las palabras tienen el color y el olor de la tierra en que se formaron”, escribió Sabato en Heterodoxia . “Trasladar un texto literario a otro idioma es empresa tan melancólicamente ineficaz como la de esos millonarios americanos que imaginan poder traerse los viejos fantasmas de un castillo escocés reconstruyendo el castillo en Wisconsin”, resumía en ese ensayo, publicado en 1953, su desconfianza por la traducción literaria.
A menos de tres meses de su muerte, el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires realizó un encuentro donde participaron traductores y hombres y mujeres de las letras. “A pesar de haberlo traducido, nos hicimos amigos”, bromeó seriamente Michel Bibard quien tradujo al francés El túnel ; Sobre héroes y tumbas y Antes del fin . Ante un auditorio sumergido en su relato, el traductor, recibido en La Sorbona, detalló cómo había conocido al escritor: “Ernesto Sabato fue para mí una guía iniciática que me permitió abordar lo mejor posible el universo porteño y argentino. Muy pronto supe de su fobia a las traducciones. Como tenía acceso a muchos idiomas, podía controlarlas y entonces sufría las ‘traducciones-traiciones’. Prefería no ser conocido en el exterior antes que ser mal ‘interpretado”.
El Foro Internacional de Traducción Especializada “Sabato, del autor al universo” se realizó los días 1 y 2 de julio en el Paseo La Plaza. Mario Sabato y María Rosa Lojo estuvieron a cargo de la apertura; Magdalena Ruiz Guiñazú, compañera de Sabato en la Conadep, Julia Constenla, amiga y biógrafa del escritor, el historiador Pacho O’Donell, Peter Landelius, traductor al sueco, Michel Bibard y Silvia Sauter, académica de la Universidad de Kansas, se contaron entre los oradores más destacados.
“La novela Sobre héroes y tumbas es un gran desafío al traductor, principalmente porque cambia varias veces de tono y estilo. Me hizo reflexionar mucho y, además, emocionalmente, quedé casi exhausto: es un relato que entra al alma como un taladro”, describió su trabajo el traductor sueco Peter Landelius quien, entre 1997 y 2001 fue embajador de su país en la Argentina, Uruguay y Paraguay. Complacido con la invitación, Landelius alertó sobre la tarea del traductor: “La traducción puede ser facsímil o recreación. El desafío es vivir la vida del otro y transformarse en un escritor adjunto: lograr una versión que puedan leer y entender quienes no conocen el idioma del autor”. Labor nada fácil si se tiene en cuenta que en sueco hay 20 maneras de traducir la palabra ya .
Entre 1945 y 2004, Sabato publicó tres novelas y 19 ensayos. En 1984 le fue otorgado el Premio Miguel de Cervantes y su última novela Abbadón el exterminador recibió en Francia el galardón a la mejor novela extranjera e Italia lo distinguió con el Medici .
“Fue una experiencia única poder comprobar qué eran la ética, la justicia, el bien y el mal para Ernesto durante aquellos largos nueve meses en que funcionó la Conadep”, dijo Magdalena Ruiz Guiñazú al comenzar su exposición. La periodista, que también es traductora, contó además que cuando se supo que se estaban preparando las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, Sabato –acompañado por los integrantes de la Conadep– redactó un comunicado en el que se oponía a esas leyes. “A punto de ser publicado, el texto trascendió y un domingo, en el que nos habíamos reunido en casa para almorzar, un ministro, en representación del Poder Ejecutivo, anunció su visita y nos pidió que retiráramos el comunicado. En un tono moderado pero de fuerte contenido, Sabato dijo: ‘aquí no se toca ni una línea’”, recordó Magdalena. “Desde entonces supe que sería para siempre amiga de Ernesto”.
A pesar de su aprensión a la traducción, su primera novela, El túnel , fue traducida a más de 10 idiomas. “Los franceses aman a un bife como aman a su esposa”, reprodujo Bibard un diálogo que había mantenido con Sabato sobre la tarea del traductor. “Tenía razón Ernesto –concedió Bibard–, el francés no tiene verbos diferentes para distinguir entre amar, querer y gustar”. El éxito de la traducción de El túnel llevó a Bibard a traducir a otros escritores como Roa Bastos, Octavio Paz, Fernando del Paso, Fernando Vallejo y Jorge Luis Borges.
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