En el Senado del Estado de California se está deliberando actualmente sobre un proyecto de ley que exigiría a las farmacias tomar en cuenta “las necesidades de los pacientes con dominio limitado del inglés” al etiquetar los medicamentos recetados. Los errores en la medicación, una de las causas principales de los accidentes médicos, pueden reducirse cuando los pacientes entienden mejor cómo tomar los medicamentos.
Con aproximadamente el 18% de la población estadounidense mayor de cinco años hablante de un idioma que no es el inglés (de acuerdo con las cifras del censo de 2000 en los EE. UU.), los traductores profesionales tienen la obligación de ayudar a los proveedores de atención médica a garantizar traducciones exactas no sólo de las etiquetas de medicamentos recetados, sino también de los materiales instructivos y educativos.
Hay cinco cuestiones principales que continuamente plagan la exactitud de las traducciones médicas y ponen en peligro la capacidad del proveedor de atención médica para comunicarse eficazmente con el paciente.
(1) Niveles de alfabetización y educación: Los textos médicos presentados para traducir a menudo están escritos en una forma sofisticada que la audiencia objetivo puede malinterpretar fácilmente.
(2) Redacción imprecisa: Los errores tipográficos, la puntuación incorrecta o la elección inadecuada del vocabulario en el documento fuente pueden derivar en cambios no intencionales del significado del texto original.
(3) Uso inapropiado de colores: Diversos grupos culturales asignan diferentes significados al mismo color. Por ejemplo, mientras que el rojo señala peligro para muchos hablantes de inglés, en otros grupos culturales, como los chinos, se ve el rojo como símbolo de suerte o felicidad.
(4) Representación de números y fechas: El formato de fechas, pesos y demás información numérica pueden originar confusiones, ya que los distintos grupos lingüísticos escriben esta información en diferentes formas.
(5) Sensibilidades culturales y religiosas: El uso de ciertos términos anatómicos puede ser considerado ofensivo para algunos grupos culturales.
A fin de combatir estos problemas, es importante que los traductores desarrollen sistemas, entre ellos, guías de estilo o glosarios, desarrollados en colaboración con diversos clientes. Además de tener en cuenta las decisiones de estilo, los traductores también deben considerar el nivel educativo de la audiencia objetivo, la ubicación de la población objetivo, el tono formal o informal, los títulos idiosincrásicos, el uso de mayúsculas y la traducción para la Web. Los glosarios deben ser diseñados como documentos activos que crecen y cambian con el tiempo. Garantizan el uso uniforme de terminología entre los documentos y a la vez dan cuenta de las preferencias del cliente.