Hace unos días se viralizó un video donde la vicepresidenta del centro de estudiantes del colegio Carlos Pellegrini en Buenos Aires defendía la toma de colegios para apoyar la despenalización del aborto. Durante su discurso, la alumna decidió declararle la guerra a la letra “o” y reemplazó términos masculinos por términos neutros con total naturalidad. En parte de la entrevista dijo: “Hay poques diputades que están indecises, y queremos mostrarles que a nosotres, les estudiantes, no nos va a pasar por el lado que sigan muriendo mujeres o decidan frenar eso y legalizar el aborto”.
Esto nos invita a reflexionar, una vez más, sobre el idioma español y el machismo: ¿la lengua española es sexista? ¿Debemos cambiarla?
Desde hace más de una década organismos y militantes buscan crear un lenguaje más inclusivo. Los primeros recursos que se utilizaron fueron el uso de paréntesis: estimado(a) compañero(a), fórmulas combinadas como los compañeros y las compañeras o los artículos definidos como en los y las compañeras. En los últimos años se fue más lejos y se comenzó a usar la arroba para reemplazar las vocales, por ejemplo, nosotr@s. Por tratarse de un símbolo confuso y que no facilita la lectura se reemplazó la arroba por la “x” dando lugar a nosotrxs. Pero ¿cómo pronunciaríamos nosotr@s y nosotrxs al hablar? La solución fue la “e” y así nació nosotres.
Algunos estudiosos de la lengua ven con horror estos cambios ya que creen que el género masculino para incluir a hombres y mujeres abarca y no excluye. A la Real Academia Española le parece innecesarias y artificiosas las propuestas para convertir el español en un lenguaje más inclusivo.
El expresidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, dice: «Todo cambio cultural se refleja en la lengua, que es como un sismógrafo social. El uso de la arroba al final de la palabra para sugerir doble valor femenino y masculino es un mamarracho, porque la arroba no es un signo lingüístico y no puede integrar palabras (…) En cuanto al uso final de la «x», el mismo no alude a doble punta sino a una indeterminación, pues es signo de enigma por resolver». Además, fue categórico sobre el desdoblamiento de los sustantivos: «contradice una de las reglas básicas del idioma: la economía”.
Pero los defensores de estos cambios en el lenguaje no se dan por vencidos y se hacen escuchar en países como Chile, Argentina, Colombia, Uruguay y España.
“Lo celebramos, y además sería algo interesante para analizar. Es una forma de neutralizar el lenguaje para hablar de todos«, opina Nadia Ferrari, del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). «Si algo no se nombra, no existe. El masculino incorpora a todos. Cuando un texto dice ‘todos los diputados’ está escondiendo a las funcionarias mujeres. Están invisibilizadas», ejemplifica Ferrari. Además, festeja que lo usen los adolescentes porque “estos chicos son el futuro”.
Muchos creen que el lenguaje inclusivo no sirve para nada y que la igualdad no se consigue forzando los mecanismos de una lengua sino exigiendo cambios específicos en la sociedad, pero la lengua es creativa y se transforma según los contextos y las necesidades. Esto quizás dé una oportunidad a transformaciones. Solo el tiempo decidirá qué cambios se sedimentan y cuáles no.