En el libro “Diálogos: Borges/Sabato”, los dos escritores argentinos discuten diferentes aspectos de la traducción literaria. Abajo transcribimos algunos techos.
Sábato: Recuerdo que también hablábamos mucho de Stevenson, de sus silencios. Lo que calla, a veces más significativo que lo que expresa.
Borges: Claro, los silencios de Stevenson… y también Chesterton, Henry James… no, creo que de James se hablaba menos.
Sábato: Al que le interesaba mucho era a Pepe Bianco.
Borges: Sí, él había traducido The Turn of the Screw. Mejoró el título, es cierto. Otra vuelta de tuerca es superior a La vuelta de tuerca ¿no?
Sábato: Representa con más claridad la idea de la obra. Al revés que con ese libro de Saint-Exupéry llamado Terre des Homme que aparece traducido como Tierra de hombres. Como quien dice “Tierra de machos”. Si hasta parece un título para Quiroga o Jack London. Cuando lo que en realidad quiere significar (además lo dice literalmente) es Tierra de los Hombres, la tierra de estos pobres diablos que viven en este planeta. No sólo ese traductor no sabe francés sino que no entendió nada de Saint-Exupéry ni de su obra entera. Pero a propósito, Borges, recuerdo algo que me llamó la atención hace un tiempo en su traducción del Orlando, de Virginia Woolf…
Borges: (Melancólico) Bueno, la hizo mi madre… yo la ayudé.
Sábato: Pero está su nombre. Además, lo que quiero decirle es que encontré dos frases que me hicieron gracia porque eran borgeanas, o así me parecieron. Una cuando dice, más o menos, que el padre de Orlando había cercenado la cabeza de los hombres de “un vasto infiel”. Y la otra, cuando aquel escritor que volvió hacia Orlando y “le infirió un borrador”. Me sonaba tanto a Borges que busqué el original y vi que decía, si no recuerdo mal, algo así como presented her a rough draft.
Borges: (Riéndose) Bueno, sí, caramba…
Sábato: No tiene nada de malo. Sólo muestra que casi es preferible que un autor sea traducido por un escritor medio borroso e impersonal ¿no? Recuerdo que hace mucho tiempo vi una representación de Macbeth. La traducción era tan mala como los actores y la pintarrajeada escenografía. Pero salí a la calle deshecho de pasión trágica. Shakespeare había logrado vencer a su traductor.
Borges: Es que hay ciertas traducciones espantosas… Hay un film inglés cuyo título original The Imperfect Lady lo tradujeron aquí como La cortesana o La ramera. Perdió toda la gracia. Precisamente alterar de esa forma el título, que es donde más ha trabajado el autor. Cuando eligió uno es porque lo ha pensado mucho. Nadie, ni el traductor, debe creerse con derecho a cambiarlo.
Sábato: ¿Y acaso el título no es la metáfora esencial del libro? Del título podría decirse lo que se ha afirmado de los sistemas filosóficos, que casi siempre son desarrollo de una metáfora central: El Río de Heráclito, La Esfera de Parménides…
Borges: Claro, suponiendo que los títulos no sean casuales. Bueno, y que los libros tampoco ¿no?
Otro momento de la charla:
Sábato: A propósito, ¿conoce la traducción alemana del Neveu de Rameau? Borges niega con la cabeza.
Sábato: Usted sabe que lo tradujo Goethe, ¿no?
Borges: Sí, sí, claro.
Sábato: Pero, ¿sabía que la versión francesa es traducción de esa traducción alemana?
Borges: (Con profunda sorpresa) ¿Cómo? No, no lo sabía realmente. . .
Sábato: Sí, creo que la versión original se perdió y no sé si luego se recuperó. Pero durante mucho tiempo, al menos, la versión francesa que circuló fue la retraducida desde el alemán. Dicho sea de paso, esa obra de Diderot es otro ejemplo de lo que decíamos antes, sobre la pluralidad de las interpretaciones. Lo admiraron a la vez Goethe y Marx, aunque no por los mismos motivos.
Borges: El siglo XVIII francés tuvo la mejor prosa de la historia de la literatura de Francia. Voltaire es admirable.
Sábato: Tenían una gran precisión.
Borges: Y también una gran pasión. Es un siglo estupendo. Yo ahora estoy leyendo bastante literatura francesa de esa época: los cuentos de Voltaire por ejemplo. Leí con entusiasmo Carlos XII, un libro épico.
Sábato: Es curioso lo que pasa con esos enciclopedistas. De nuevo la duplicidad del escritor, entre lo que se proponen y lo que les sale. Diderot, nada menos. Sus obras de ficción son terribles. Es decir, que los demonios, esos demonios que la ilustración proscribe o ridiculiza aparecen en las novelas como una especie de venganza inconsciente de las furias. Cuando más racional se volvía el pensamiento, más se cobraban venganza.
Ver más fragmentos del diálogo
A propósito de este diálogo, el 23 de enero de 2011, el diario La Nación publicó:
Entre los misterios que circulan en torno a la traducción de La metamorfosis , de Franz Kafka, uno de los más citados es la confusión que existe acerca del nombre del traductor oficial de la obra al castellano, que frecuentemente se adjudica y desvincula, al mismo tiempo, a Jorge Luis Borges. El misterio renació cuando Mario Vargas Llosa compró recientemente en Montevideo un ejemplar, traducido por Borges.
Y aunque María Kodama no tiene la clave para resolver la encrucijada, comparte algunos datos. «La versión que yo tengo, que es la que Borges me dio -aunque no tiene que ser la real-, es que él no estaba de acuerdo con el título que le pusieron en español. El quería que lo titularan La transformación y no La metamorfosis, y eso lo enojó. Por eso dijo: «Yo no he hecho la traducción de ese libro», porque, lógicamente, al no recibir el título que él quería, él no se sentía como el que había hecho ese trabajo», cuenta su viuda.
Menos dudas dejó sobre otra intriga, que es la postergación de la reimpresión de los célebres diálogos entre Borges y Ernesto Sabato, que, de acuerdo con una versión, no se concretaba por una supuesta negativa de Kodama. «Yo nunca me opuse a la reimpresión de esos diálogos. El que lo quiera hacer le tiene que pedir permiso a Sabato, y también a mí, pero yo no opondría ninguna resistencia. Además, tengo un recuerdo muy bueno de Sabato, porque él siempre fue muy considerado con Borges, en especial en la etapa final de su vida. Recuerdo que por esa época me encontró en una confitería que está ubicada detrás del hotel Plaza, en Buenos Aires, y me preguntó, con una enorme ternura, por su salud. Y esos detalles no se olvidan fácilmente», concluye.
Excelente artículo. Los diálogos Borges-Sabato son inprescindibles. Gracias por compartirlo.