Artículo publicado en Xornal da Galicia.
Nuestras raíces árabes
Hoy, cuando el mundo vive pendiente de los sucesos en los países árabes, es bueno recordar la gran herencia que estos pueblos han dejado sobre los hispanos.
Si bien el español y el portugués son las lenguas más habladas derivadas del latín, el idioma vivo que más ha influido en ambos ha sido el árabe. El latín, que hoy carece de hablantes nativos, fue hablado en Iberia desde alrededor de 200 AC hasta 400 años DC.
Sin embargo, antes y después de la conquista romana, en esa península se asentaron varios pueblos de lenguas semitas emparentadas o afluentes del árabe. Antes de Roma estuvieron fenicios y cartaginenses y después de 2 a 3 siglos de que los godos germánicos echaran a los romanos de Iberia, esta península pasó a conocer 8 siglos de reinos árabes.
Los moros crearon la primera gran civilización nativa de España. Los cristianos que eran tolerados por el Islam se arabizaron haciendo que ellos hayan sido el único pueblo de lengua latina que haya escrito su idioma en alfabeto árabe y no latino (y, además, con un 40% de sus palabras importadas del oriente).
Si bien la reconquista católica proscribió al árabe y extirpó a todos los musulmanes y judíos, el árabe ha impregnado al español y al portugués mucho más que otras lenguas nativas de Iberia (como celtas o vascos), que las que trajeron los germánicos, que las que se inter-relacionaron con ésta (como las de los incas, aztecas, africanos o asiáticos) o que el inglés (que hoy se escucha en gran parte de los colegios, películas y series de TV).
Es más, el castellano del sur de España se diferencia del norte, así como el portugués del gallego y el valenciano del catalán, en parte debido a que los dialectos meridionales mantuvieron una mayor influencia mora.
Hoy hay más de un millar de palabras claves del español que son de raíz árabe, las mismas que hablamos u oímos cientos de veces al día.
Colocaremos una selección de éstas empezando con palabras que nunca faltan en una conversación como ‘hasta’ o ‘he’, (aunque algunos creen que también deberían incluir a ‘usted’ o ’el’). Cientos de vocablos castellanos que empiezan con ‘al’ (‘él’ o ‘la’ en árabe) comparten ese mismo origen.
Palabras de raíz árabe son lugares donde vivimos como ‘aldeas’ o ‘barrios’; de quienes han construidos nuestras viviendas (‘albañiles’) o varios de sus utensilios de ‘adobe’ (‘alfareros’); de varias de las cosas o materiales que componen éstas como ‘alacena’, ‘alcantarilla’, ‘alfombra’, ‘azotea’, ‘azulejo’, ‘alambique’, ‘alcoba’, ‘almohada’, ‘alquitrán’, ‘adoquines’, ‘banca’, ‘baño’, ‘diván’, ‘laca’, ’latón’, ‘tabique’, ‘enchufes’ o ‘zaguán’, o diversos implementos que usamos en ésta como ‘baldes’, ‘jarras’ o ‘tazas’.
Cuando todos los días ‘almorzamos’ debemos recordar que ese vocablo, al igual que el del ‘aceite’ con el que se cocina y de otras cosas que comemos, son de raíz árabe: ‘aceituna’, ‘acelga’, ‘ajonjolí’, ‘albaricoque’, ‘albóndiga’, ‘alcahuete’, ‘alcachofa’, ‘alcaparra’, ‘alfajor’, ‘alfalfa’, ‘algarrobo’, ‘azafrán’, ‘bellota’, ‘espinaca’, ‘gazpacho’, ‘sandía’, ‘tamarindo’, ‘toronjil’ o ‘zanahoria’. Lo mismo acontece con 3 acompañantes de numerosos platos: ‘arroz’, ‘fideo’ y ‘mazorca’.
Este último es un producto mesoamericano que llegó a España después de que de allí habían sido expulsados los moros. No obstante, se le bautizó con un vocablo de dicha raíz al igual que otras cosas típicas de las Américas como ‘guacamayo’, ‘cerbatana’ o ‘calabaza’.
El Islam tras el nombre de varias de nuestras ciudades
En el 2008 el monseñor Vittorio Formenti, director del Anuario del Pontífice, admitió ante el diario oficial del Vaticano que por primera vez en la historia el Islam había superado a su fe en número de fieles. Según él, todas las variantes musulmanas suman 1,300 millones de seguidores frente a los 1,130 millones de católicos (19.2% y 17.4% de la humanidad, respectivamente). Ciertamente que si a su iglesia se le sumaban otras denominaciones cristianas, éstas llegaban a un tercio de la población mundial.
El allí admitió que la fortaleza de su credo es América Latina. El español y el portugués son las principales lenguas en las que Roma se esparció globalmente y hoy son habladas por la mitad de sus feligreses. Mientras más de la mitad de los musulmanes viven en países que antes fueron colonias británicas, francesas, holandesas o rusas, hay muy pocos mahometanos dentro de los 600 a 700 millones de personas que viven en países de lengua ibérica.
Si usualmente el Islam fue tolerante ante los creyentes de la biblia y las potencias centro-europeas se llenaron de dependencias e inmigrantes musulmanes, Madrid y Lisboa crearon sus imperios proscribiendo al Corán.
Las monarquías española y portuguesa fueron quienes lograron mantener la superioridad del Papa no solo ante el Islam sino ante las disidencias cristianas. Por eso el Vaticano en 1494 en el tratado de Tordesillas dividió al mundo a conquistar entre esas dos realezas.
Estas se convirtieron en la punta de lanza de Roma contra la Meca precisamente porque fueron las únicas naciones occidentales que se forjaron contra la ocupación islámica (la cual duró 8 siglos) y que aún hoy no han podido librarse de tener las lenguas y toponimias de Europa más arabizadas.
Lisboa y Madrid llevan en su nombre la influencia del Medio Oriente. La primera fue llamada inicialmente Olissipo (derivada tal vez de ‘puerto seguro’ en fenicio) y luego cuando los moros la tomaron en el 719 la bautizaron como al-Lixbuna. La segunda provendría de vocablos árabes o mozárabes que significan ‘cauce’ o ‘matriz’.
La principal obra literaria del idioma español es Don Quijote de La Mancha (la cual es una región de Castilla cuyo apelativo viene del árabe ‘la’a Ma-anxa’ o ‘sin agua’).
Del árabe ha salido la toponimia de numerosas ciudades y puntos geográficos de España, desde el peñón de Gibraltar, la puerta del mar Mediterráneo, hasta el mayor pico de Iberia (el Mulhacén, bautizado así por el antepenúltimo rey nazarí de Granada).
América Latina, pese a ser la región del mundo con menos porcentaje de musulmanes, tiene muchas zonas cuyos nombres derivan del idioma del Corán. Esto se puede ver hasta en las partes más interiores y alejadas del Atlántico.
Jaén, la provincia amazónica que Ecuador se la disputó al Perú, viene del árabe ‘jayyan’ (cruce de caravanas). El Guadalquivir (del árabe ‘gran río’) atraviesa Sevilla en España y también Tarija en Bolivia. Esta última es el departamento fronterizo con Argentina del cual ha salido el presidente más electo de dicha nación (Paz Estenssoro), y cuyos pobladores, pese a su sangre quechua, se jactan de ser ‘andaluces’ (de ‘al-Andaluz’, el nombre árabe de España). Guadalajara, la ciudad mexicana donde en 1991 se realizó la primera de las 20 cumbres iberoamericanas, en árabe significa ‘río de piedras’.
La principal plaza de Inglaterra y de la Comonwealth (laTrafalgar Squeare) tomó su nombre de un islote andaluz llamado ‘Taraf al-Ghar’ (el cabo de la cueva).
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